EL NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
Nace, como la herramienta,
a los golpes del destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras
trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se
alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes,
fuertes,
y a fuerza de sol,
bruñido,
con una ambición de
muerte
despedaza un pan reñido
Cada nuevo día es
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño
hambriento
como una grandiosa espina,
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de
encina.
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de
yugo.
Me da su arado en el
pecho
y su vida en la garganta,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este
chiquillo
menor que un grano de avena?
menor que un grano de avena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
que antes de ser hombres son
y han sido niños
yunteros.
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